jueves, 29 de agosto de 2013

COMO CONOCÍ A VUESTRAS MADRES

Niños, quiero contaros la historia, o mejor dicho, historias, de cómo conocí a vuestras madres, mis amigas del alma en México DF. Un grupo reciente pero muy unido con el que sabes que puedes contar siempre que lo necesites, con el que tomar un café, echar unas risas, unas lágrimas si hace falta y en el que apoyarse, en definitiva.

ROCÍO
Corría un día de un mes del año 2013 (vale, no tengo mucha memoria para las fechas, no se puede ser perfecta) cuando el móvil se me colapsó con wasaps y mensajes varios que, resumidos, decían más o menos lo siguiente:

            "Tienes que leer El Comercio, sale en Asturianos por el mundo una pareja de Gijón que vive en México"

A mí no se me escapa una, y ya había leído el artículo en cuestión. David y Rocío vivían en Polanco, la zona de la ciudad donde Marido, ya en el país azteca desde hacía varios meses, buscaba alojamiento para la familia.
Pensé que no estaría mal conocer a alguien allí que me pudiera ayudar en mis primeros días en la ciudad, así que empecé a mover contactos (algo que en los últimos tiempos hacía muy a menudo y se me daba genial) y conseguí el correo del trabajo de David.
Como me parecía un tanto avasallador escribirle así, sin más, lo guardé a buen recaudo y decidí esperar.

El 7 de Julio, a las 13:28:54 horas le envié un correo desesperado al que añadí varias disculpas y golpes de pecho por la intromisión. (No tengo memoria, pero sí el correo archivado). Me respondió a las 22:58 y quedamos en vernos al día siguiente por la tarde con su mujer, Rocío, y su niño.
Fueron encantadores e Hijo, que se moría por estar con niños no importa la edad ni el sexo, estuvo encantado con el Peque.
Luego resultó que Rocío, en su anterior vida (en Gijón), era peluquera y ¡oh casualidad!, le había cortado el pelo a Hijo varias veces. En una de esas felices ocasiones, Hijo giró la cabeza y Rocío se llevó a su casa 5 flamantes puntos en un dedo. Un recuerdo para toda la vida. Además Marido y ellos habían llegado en el mismo vuelo después de Navidad.
Aquí está Rocío con toda su familia, justo detrás del toldo naranja, se les ve muy morenos.
Gracias a ella empecé a conocer gente y la vida cambió notablemente. Sé que arriesga su vida y, sobre todo, la de Peque estando con Hijo, que se empeña en empujar él mismo la sillita, llevarlo de la mano y otro montón de cosas tiernas, pero sumamente peligrosas. Además me ha traído algunas de las cosas que me olvidé en casa haciendo un hueco inexistente en unas maletas repletas de mundo-bebé. Así somos los asturianos.

LAURA
Unos días después, no muchos, estábamos con los niños en un centro comercial en que hay una jaula con bolas y juegos varios, cuando escuché hablar a una chica que estaba sentada a mi lado. "Acento español, sin duda", me dije.
Al poco rato pronuncié la palabra maldita en esta ciudad, COGE, se me ocurrió decir y Rocío me recordó que eso no se dice, caca (se lo había pedido yo, para intentar dejar el vicio). Le comenté que no tenía demasiada importancia porque la única persona que lo había escuchado era española.
Aquí la tenéis tomándose una cañita con las amigas, con una tapita de aceitunas con hueso, si os fijáis.
Efectivamente, se puso a hablar con nosotras y nos contó que su marido era mexicano, ella ya había vivido en la ciudad hacía unos años, pero sin niños. Ahora venía con dos, L. y M., y había llegado el día anterior. Como aún no le había llegado la mudanza no tenía la sillita del coche de M., de 2 añitos, y estaba tan nerviosa con el tráfico que había tenido que parar en el arcén un momento para llorar tranquila y convulsivamente, como sólo una madre puede hacer.
Intercambiamos teléfonos y así empezó una gran amistad. No para de moverse y su hijo le presta sus juguetes al mío, lo cual le agradezco infinito. Es la que vive más cerca de mí y a la que más lata le doy, cualquier día se mudará sin decirme nada, lo sé, y no la culpo.

ANA
Un par de días después quedamos en el parque cercano a casa y Laura me presentó a Ana. Se conocieron por internet, en un foro de españoles en DF, y ¡qué sorpresa! se encontraron en el vestíbulo del bloque de apartahoteles que resultó compartían.
Ana es del mismo pueblo que mi madre, conoce a dos de mis primas y su hija, M., es amiga de las suyas. Y eso que en México DF hay unos 22 millones de personas. Si alguien necesita encontrar una aguja en un pajar que me lo diga, yo me ocupo.
Estamos las dos dentro pero, claro, entonces no nos conocíamos. Yo soy la de azul y Ana la del vestido rojo.
Obviamente, nos encantó encontrarnos y tener tantas cosas en común. Ella también había vivido en el DF hacía varios años, así que siempre que hay que ir a algún sitio que no conozco me la pido primer para que venga conmigo en el coche. Es mi GPS humano, mucho más guapa y menos cansina que el Tontón y similares.

MANOLI
El mismo día que Rocío se iba a España de felices vacaciones nos presentó a Manoli, una ceutí residente en Sevilla que había regresado de las suyas hacía unos días. Ella también es veterana, había vivido dos años en Jalapa, vuelto a España y, de nuevo a México, pero esta vez a la capital.
Si alguien ve al niño chico de Manoli que me lo diga, que lo están buscando.
Tiene dos niños D. y JM., ideales para Hijo. Es súper simpática y me da que la cocinillas del grupo, forofa de los mercados y estupenda persona. Tiene su vida aquí perfectamente organizada y nos ayuda mucho a organizar la nuestra, con decir que acuesta a sus niños a las 19.30 h ya os hacéis una idea. Es mi heroína (de la buena, no de la otra).

LUISA
A Luisa la conocimos el día que pasamos en el Mundet, un centro deportivo al que pudimos acceder gracias a que Manoli es socia. Es una sevillana típica, rubia y de ojos azules, con dos niñas pelirrojas de 6 y 4 años, L. y L., que sabemos que tienen algo con Hijo, pero no sabemos muy bien qué, ni con cual de las dos. Definitivamente entre ellos hubo felling desde el primer momento y se llevan fenomenal, me temo que porque son tal para cual.
Luisa es así, pero todo lo contrario, aunque creo haber visto en su casa un cacharro como ése....
Luisa es una santa, con la paciencia de Job, que recorre media ciudad devolviéndonos cosas olvidadas en un lunes de merienda en su casa (súper abundante y monísima la presentación, por cierto) de paso que deja o recoge del cole a mis nueras. Un amor la mires por donde la mires.

ESTHER
La conocí en el Mundet un rato después que a Luisa. Es la única mexicana del grupo (de momento), muy deportista, muy guapa y con un tipazo que sólo se le perdona por lo cariñosa y dulce que es. También tiene dos niños de la edad de los niños de Manoli.
Es una fuente inagotable de información y siempre está dispuesta a ayudarte, a localizar algo que buscas, a acompañarte y a tomar un café o algo de picar, porque ahí sí, es muy mexicana y le encanta comer, aunque no lo parece en absoluto.
Esther es la chica morena que está comprando un pollo. Los pendientes que lleva son de plata mexicana, muy bonitos.
Su único fallo es que la cocina no es lo suyo y no nos vendría mal una ayudita para preparar comida local. Pero lo compensa comprando unos bizcochos buenísimos que trae a las meriendas de los lunes.

ANGELA
Otra andaluza, sevillana también, que consigue así el empate Asturias-Andalucía. La vi por primera vez en casa de Luisa, merendando, como no, en medio del caos que implica meter a todos los niños en una casa nueva y llena de juguetes. Angela, también rubia, como todas las andaluzas por lo que se ve, se lleva la palma tanto en estancia, 7 años ya, como en resistencia, con dos gemelos, niño y niña, de 2 años.
Los niños de Angela son así de guapos, aunque en moreno. Ahí acaba todo el parecido, me parece que lo de las alitas no va con ellos.
De momento es con quien menos he coincidido, por horarios y demás, pero es lo bastante divertida y simpática como para querer verla más. Me gusta mucho y las charlas que hemos tenido han sido de esas para seguir, y seguir, y seguir... Recuerdo que tiene gemelos (o mellizos, nunca me aclaro), vamos, dos a la vez, y no se le nota nada, si no lo sabes te parece una persona normal. Yo estaría con el pelo de punta, los ojos sanguinolientos, los dientes afilados, echando espuma amarillenta por la boca y con dos zapatos diferentes puestos.

Y básicamente eso es todo, tenemos nuestro chat en wasap, nos damos los buenos días, las buenas noches, comentamos sobre el último temblor y hasta nos damos el estado del tráfico y el parte metereológico (Luisa tiene una vista espectacular desde su trabajo y con sólo asomarse ya nos dice lo que hay). Entre todas juntamos un montoncito de niños y niñas de entre 13 y 2 años, (13 en total) y, si en Gijón tenía una MANADA aquí estamos haciendo una TRIBU.

Un beso para todas y un millón de gracias, hacéis que ya no me sienta tan emigrante. Os quiero (aquí dicen os amo, pero todavía no me sale).


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