jueves, 6 de febrero de 2014

PIJILANCA


El otro día en el veterinario me encontré con la quintaesencia del polanquismo en su versión más extrema. Era una niña que no aparentaba más de 18, enseñando un poco de ombligo, no demasiado, y con una diadema de marca, un pelín menos fea que las del mercadillo. Hablaba por el móvil de última generación diciendo constantemente "guey", yo creía que era colega, pero dicho por ella sonaba más a "tía".
Parece ser que se iba con unas amigas de puente a no sé dónde y una "mala onda súper hipócrita, guey" dijo que Manuel quería que lo acompañase (a la hipócrita) y luego llamó a la pija para decirle que ella había convencido al tal Manuel para que se apuntase al viaje y, de propina, esperaban a irse el sábado para que la pija fuese con ellos en el carro.
Convenientemente despellejada la amiga, pasó a comentar que ya le tocaba hacerse algo, un aumento de labios, un poquito de botox... de momento descartaba la liposucción porque no quería pincharse (¡con 18, por Dios!). Pero como su amiga estaba metida en ese mundo, mejor le buscaba ella quien le hiciese un apaño o le mirase una promoción tipo Por medio kilo de silicona te afinamos los tobillos.
Aunque hay casos en los que una visita al quirófano está más que justificada
También dijo que había ido a vacunar a su perrita, un chihuahua al que sujetaba la chica de servicio que la acompañaba y que, aunque no era enorme por aquello de la proporción, lucía un evidente aparato reproductor masculino acompañado de todos los complementos. Vamos, que la tal perrita era clarisimamente un macho con un jersey de Benetton, la misma marca que la funda del móvil de su dueña.
Yo al perro no lo oí ladrar, pero sí ladraba su dueña pidiéndole que no hiciera más ruido ¿?. Ahí pasó de "fresa" a posesa y al final salió "la perrita" con una venda a modo de bozal para aplacar su furia. Yo se la hubiera puesto a la chica, pero ¿acaso soy veterinaria, qué sé yo de animales?.
Y encima de vestirme de rosa me está matando de calor. Esto a un doberman no se lo hacía
A su lado Tamara Falcó es una camionera de la M30, no digo más.

No es fácil, nada fácil, destacar como fresa (pija) en Polanco.
Es como para un camerunés parecer moreno en su pueblo, o para mí saber qué posición ocupo en un mapa cuando quiero seguir una dirección.
Si algo sobra aquí, además de coches y baches (uno para cada uno) son pijos.
El prototipo es una persona en torno a los 30, aunque pueden ser más o menos, que viste de marca, con bolsos y zapatos carísimos, gafas grandes, aire entre desenvuelto y déspota, con un coche caro y jamás lo aparca, para eso están los valet parking.
Yo los llamo PIJILANCOS, pijos de Polanco.
Los pijilancos nunca están demasiado morenos, ni muy gordos ni muy delgados. El pelo liso siempre, la manicura perfecta y el móvil y el iPad siempre con ellos, hablando o escribiendo constantemente.
Un pijilanco pasa del español al inglés con envidiable soltura y se compra la ropa preferiblemente en USA o en Europa. Puede estar soltero, pero si está casado suele tener hijos, llevarlos en carrito o en silla y está bien visto que tengan perro, mejor si es grande.
Nunca pasean al perro salvo los domingos, que queda bien, contratan a alguien que lo haga por ellos.
Sólo los más horteras se llevan con ellos a la nana, por lo general el fin de semana los niños adornan, pueden acompañar a sus padres siempre y cuando vistan adecuadamente.
La mayoría de los pijilancos son extranjeros, Polanco parece una sucursal de la ONU, aunque predominan españoles, franceses, algún italiano y algún norteamericano. Sí hay mejicanos, pero suelen ser de origen español próximo (padres o abuelos) o casados con españoles, sobre todo.
Los auténticos pijilancos hacen mucho deporte, se cuidan un montón y beben zumos extraños, ya sea chupitos de jengibre, ya litronas de mandarina.
Otra curiosidad es que los pijilancos quedan para desayunar, no para comer, están súper ocupados y a partir de las dos están out.
Aclaro que fui al veterinario porque a mi perro, un gordon setter, lo atropelló un coche y le iban a quitar los puntos de la pata. La chica que me ayuda en casa, que me acompañó porque pasea a Perro y lo quiere mucho, estaba tan ojiplática como yo.

Después de eso me fui a desayunar con unas amigas a un sitio que ponen unos zumos muy ricos y estrené unos zapatos que me compré en España estas navidades.
Fui caminando y no me hizo falta el valet parking. Claro que, con tanto quehacer no pude ir a clase de pilates, procuro ir todos los días que no tengo clase de inglés. Aproveché lo que me quedó de mañana revisando mi correo y mi facebook en el iPad y poniendo al día el wasap.
Besitos a todos, mua, mua.


7 comentarios:

  1. Vamos pijilanca no pero pijigijones si.

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    1. O sea, de verdad, te lo juro por Dior, no sé por qué dices eso, o sea que nooooo.

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  2. Si que dio de sí la visita al veterinario....Si Tamara Falcó se queda corta...¡cómo sería ésta!
    Un abrazo desde Valencia

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    1. Por mucho que te diga ni te lo imaginas, en dos palabras im-presionante. Besos desde el DF.

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  3. Te lo juro por Snoopy y que se muera el Oso Yogui, si miento. Haces muy bien aprendiendo inglés en un entorno así. Y ni te digo ya, practicando Pilates. ¡Qué chupi!
    Por cierto, ¿origen español?
    http://www.elmundotoday.com/2011/06/la-audiencia-nacional-permitira-jurar-por-snoopy/
    ¡Por supuesto!

    ¡Vaya con lo del atropello! Espero que tu perro se recupere sin complicaciones.

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  4. Bueno, he cambiado el pilates por el tenis conyugal (con esposo) el fin de semana, más cansado pero más familiar. El perro evoluciona bien, está sucísimo porque no nos dejaban bañarlo aún pero, por suerte para mí y desgracia para él, de mañana no pasa. Voy a llamar para que la camioneta con SPA venga a recogerlo a primera hora. Y no, por favor, el oso Yogui no, que me encanta. Besos

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  5. Pobre Perro, menos mal que sólo fue la pata, pobrín. Besos gordos.

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