lunes, 30 de septiembre de 2013

AYUDA PARA MÉXICO


Hay mucha información por la red, este artículo es sólo una muestra de los efectos del paso de los dos huracanes por México.
No sé qué se comenta en España del paso de los huracanes Manuel e Ingrid por México, tampoco sé si se está pidiendo ayuda o no, pero tengo que decir que hace falta, y mucho.
Ha sido uno de los mayores desastres naturales sufridos por el país, en la radio decían ayer que el mayor tras el terremoto del 85.
Como ocurre siempre, quienes más van a sufrir los efectos son los que menos tienen. Cuando las lluvias torrenciales dejaron incomunicado Acapulco se dió prioridad a los turistas, procurando que estuviesen en las mejores condiciones posibles y facilitándoles alojamiento gratuito en los hoteles e, incluso, transporte preferente a sus destinos cuando se fueron restableciendo las comunicaciones.
Ahora los turistas ya se han ido y quedan los habitantes de Veracruz y Guerrero (el estado donde se encuentra Acapulco) y poco más.
En el país se mantienen los centros de acopio al que vamos llevando lo que nos piden, en un primer momento agua y alimentos, ahora también productos de limpieza y enseres para la cocina.
Sólo quería explicar que es una crisis grave, ha sido una CATÁSTROFE, con mayúsculas, y hace falta ayuda y dinero para reconstruir todo lo que se ha perdido, que las cosas no se han arreglado sólo con que deje de llover unos días.
No ha sido una tontería, es una tragedia para muchas personas, y no se va a solucionar en un día ni en dos, pero sí lo olvidaremos en ese tiempo.
¿O NO?.

¿AMIGOS O ENEMIGOS?

Hace una semana se celebró el Día de la Independencia de México, las fiestas patrias.
El día 15 de septiembre el presidente de la república, desde el balcón del Zócalo, y evocando la llamada a la independencia que hizo Miguel Hidalgo, toca la campana que tocó él en la iglesia del pueblo de Dolores y da "el Grito", que normalmente son vivas a diversos personajes relevantes en la historia mexicana. Algunos han aprovechado para hacerse publicidad o meter cuñas políticas muy poco discretas, pero no es lo habitual.
Aquí está el original, Miguel Hidalgo y Costilla. Más sobre el grito de Dolores  pinchando aquí
Y aquí el grito de este año, dado por Enrique Peña Nieto. Detrás está su esposa, con un vestido horrible que le sentaba fatal y le añadía unos 50 años. Además muy sosos los dos, se les notaba incómodos. No sé si porque el día anterior habían desalojado por la fuerza a los maestros instalados en el Zócalo para poder celebrar allí la ceremonia y dejaran de llamarlo calzonazos, o porque después de dar el grito viajó a Veracruz, donde las inundaciones ya habían provocado el desastre. O por el look de su mujer, infumable.
En el colegio, por supuesto, se celebró y, días antes, nos enviaron un correo pidiendo a los padres que apoyásemos la labor de los maestros y les hablásemos a nuestros hijos del histórico momento. Los niños más mayores habían preparado su propio Grito y lo iban a representar desde un balcón del colegio antes de proceder a comer y beber productos típicos del país.

Hasta ahí bien, pese a la aparente contradicción de que un español celebre que México consiguió separarse de la corona española. No pasa nada, tenían razón y punto. Aunque, que nadie se moleste, pero por lo que puede investigar, lo que en realidad pretendían en un principio (o eso decían) era independizarse del gobierno que Napoleón había instaurado en nuestro país, y apoyar la legítima monarquía, la de Fernando VII, que menudo chollo...
En cualquier caso, obvié esos detalles, y le hablé del derecho a gobernarse a sí mismo, excepto cuando eres un niño, que te gobiernan tus padres, por supuesto.

En una reunión que tuvimos pasadas las fiestas la directora se dió palmadas en la espalda hasta hacerse un morado, se aplaudió hasta que le sangraron las manos y se felicitó efusivamente y sin miramientos celebrando lo "bien" que había resultado todo y lo "súper bien" (cito textualmente) que los niños habían asimilado el meollo de la cuestión.
Unos días después estábamos en el cursillo de natación al que va también Alonso, un compañero de clase con el que Hijo se lleva bastante bien porque comparten aficiones y castigos frecuentes, y se me acercó el susodicho Alonso.
"¿Te puedo preguntar una cosa?"
"¡Claro!, ¿qué quieres saber?"
"Ustedes los españoles, ¿se pelearon con nosotros, los mexicanos?"
"Sí, pero fue hace mucho, muchísimo tiempo"
"¿Y ustedes también, Hijo se peleó con nosotros?"
"No, cuando pasó eso no había nacido Hijo, ni nosotros, ni tus abuelos"
"¡Ah!, entonces Hijo no peleó"
"No, no peleamos ninguno de nosotros. Nosotros estábamos en España, si hubiéramos estado peleando en México en aquella época, estaríamos viviendo aquí desde que nacimos".

El pobre andaba preocupado por la disyuntiva de tener que corrernos a gorrazos cada vez que nos viese, y las ganas de venir a jugar con Hijo y a tirarse por el tobogán de agua con él y con Marido (no se había atrevido antes de hacerlo con ellos). Le parecía una faena tener que ser nuestro enemigo por un quítame allá ese yugo colonialista que, era evidente, a él ni le iba ni le venía del todo.
Ganas me dieron de llamar a la directora y comentarle que su magnífico plan había tenido alguna fisura, alguna "falla" que no habían detectado con su sistema de control de calidad.
Pero no quise quitarle la ilusión a la muchacha, me guardo ese as en la manga para cuando la ocasión lo merezca.

Ni que decir tiene que me parece normal, lógico y justo que México se independizase de un país que, salvo disgustos, no le daba mucho más, eso ni dudarlo.
Y, por si alguno duda de mi palabra, aquí está una imagen de Angélica Rivero, la primera dama, en la noche del 15 de Septiembre.
No es por hacer sangre, pero parece una morcilla.

jueves, 26 de septiembre de 2013

EL DÍA S

El día S de shopping, porque uno de nuestros propósitos era acercarnos a un oulet y comprar hasta que nos dolieran los dedos de marcar el número secreto, por fin recuperado.
Un pequeño gesto para el hombre, un gran paso para la humanidad.
Y, efectivamente, fue a lo que nos dedicamos el sábado con entusiasmo y dedicación, salvo Hijo que, como es normal, quedó harto, aunque no le hizo ascos a comprar un Buzz Lightyear en la tienda Disney.
Aunque a cualquier padre le parecerá imposible, hay personas que no conocen a Buzz, ni a todos los demás. Para no iniciados éste es el interfecto, es un guardián espacial y lucha contra el malvado Emperador Zurg.
Yo, por mi parte, me compré un bolso, cartera y zapatos en Calvin Klein, dos pares de Levis, uno de ellos clarito y de corte clásico, en plan retro, unas mallas para pilates (ahora si voy ya será perfecto), unos playeros de deporte y, a instancias de marido, un estuche de maquillaje. Escandalizada estaba mi amiga Laura cuando se enteró que no me había traído nada para pintarme, entre otras cosas porque lo que tenía era de mucho antes de nacer Hijo. Por si alguien no lo ha notado aún no me maquillo muy a menudo.
A Dios pongo por testigo que no fue por vicio, fue por necesidad. No me juzguen, compadézcanme.
Busqué unas botas, pero ningunas me gustaron más que las que tengo en España, así que voy a esperar. A todo esto para que nos diese tiempo, nos repartimos y yo, que hablo cuatro cosas en inglés, me apañé para pedir tallas, modelos y preguntar por el probador. Cierto es que en un momento dado recurrí a preguntarle a unas españolas que vi probando unos pantalones que me gustaron y ellas me dijeron qué modelo era.
Normalmente ésto me hubiera parecido el infierno, pero, por alguna razón, me sentí en el cielo. La donna e mobile...

Lo mejor de todo, y la razón por la que recomiendo efusivamente ir a comprar ropa a USA, es que tooooodo era de talla enorme, todo lo que me servía era de la S o la XS, un gustazo, no os podéis imaginar qué subidón.
Ejercicio de agudeza visual. ¿Cómo cual de los dos pingüinos me sentía yo?. Pista: no vale decir que el de la izquierda.
Eso me permitió dedicarme a los preztel sin ningún remordimiento. Y no debo ser la única a juzgar por la corpulencia de muchos americanos, es algo tremendo, la verdad, no me extraña que Michelle Obama esté tan pesada con la alimentación.
Por supuesto la bebida es light, que para eso sirve la ciencia.
A Hijo le compramos zapatos hasta aburrir porque, entre lo que le crece el pie y jugar al fútbol no le duran más de un mes en estado aceptable. Y también le cayeron unos vaqueros sin agujero en la rodilla.
Marido no encontró nada el sábado, pero el domingo aparecieron un par de camisas y unos playeros y se quedó tan contento el hombre.
Marido ante el expositor de una tienda. Salió igual que entró.
Y aquí estoy yo, en cambio, mucho más decidida y resuelta, segura de mí misma, con capacidad de elección, una mujer feliz de serlo. Si al final va a ser verdad que ir de tiendas es terapeútico y mejora la autoestima.
Es evidente que el gran problema de esta familia es encontrar zapatos.
A última hora de la tarde, que allí son las 5.30, que nadie piense en un desenfreno loco, vinieron a recogernos al hotel una pareja que vive aquí desde hace un año. El marido está bien, las hijas adolescentes mejor que bien, completamente americanizadas según su madre, y ella, la madre, no tan bien. Es la que más sufre la diferencia de idioma y de forma de ser.
No dudo que sea difícil, pero después de reencontrarme con la civilización me voy a poner las pilas con el idioma porque vivir en USA me parece una opción más que apetecible, pero ya veremos.
Después de cenar en el clásico bar de carnes y hamburguesas, nos acercamos hasta la plaza del ayuntamiento de la zona donde ellos viven a tomar un café y un helado.
Tal era el trauma de Hijo con las compras que no quería ir ni a por un helado de chocolate, sólo decía "Otro día horroroso de compras no, me niego". En cuanto tiene la mínima oportunidad le sale la vena melodramática.
El domingo fuimos al Space Center, una especie de parque temático de la NASA donde ves la réplica de cohetes y transbordadores espaciales, cómo es la comida, cómo duermen, se duchan, hacen ejercicio, es decir, cómo y donde viven los astronautas.
Ilustro con algunas fotos
Esto es lo primero que ves ya entrando al aparcamiento.
El tren que te hace el recorrido, asistidos por unos jóvenes universitarios que, está claro, se sacan un dinerillo haciendo esto los fines de semana.
Obviamente, es un cohete, no confundir con una jeringuilla, ni con un supositorio. En USA tienden a hacer las cosas grandes, pero tienen sus límites.
Reproducción del centro de control. Aquí me enteré por mis propios medios lingüísticos (sin traducción) que la órbita de Marte es distinta a las demás, el radio es más pequeño en un lado que en otro. Curioso.
Alguno de los Apolo, a saber cual, ha habido tantos...
Dentro del transbordador espacial.
¿Quién soy....?
Apetitosa comida espacial. Hay un enlace muy interesante sobre esta cuestión, pinchad aquí para más información.
La zona infantil que tanto le gustó a Hijo.
Te hacen un recorrido en tren parando en los lugares estratégicos donde te enseñan una réplica del centro de control, entre otras cosas, y te dan un par de charlas en inglés. A pesar de eso me enteré de casi todo.
Luego estuvimos en la zona "libre", una enorme nave con un montón de tonterías para ver y tocar. Vimos dos documentales (uno de los cuales, pese a ser muy interesante, nos perdimos los tres porque nos quedamos fritos) y soportamos una charla en la que, ahí sí, no me enteré de nada porque el hombre, que se ve que iba con prisa, hablaba como una locomotora. Y no se podía dormir con la luz encendida, mejor en el cine de antes.
Hijo encontró lo que más le gustó de todo lo que vió: un tobogán/tubo de los Angry Birds espaciales. Había una zona dedicada sólo a ellos, con espejos deformantes en los que había una plataforma que te decía tu peso en Marte, en Jupiter, en Saturno... y según pesases mucho o poco te veías delgada o gorda. Una pista, si emigro a otro planeta, será a Marte. También había juegos de habilidad, una pelota que se sostenía con chorros de aire... cosas así.
Terminamos el día dándonos un chapuzón nocturno en la piscina y cenando en la habitación porque ya la cosa no daba para más.
Esta es la piscina a la luz del día. Yo llegué incluso a sentir frío, tengo un poder de aclimatación asombroso. Y el no dormir, el mal comer, el no parar un minuto... pero eso no creo que influya.
El lunes por la mañana recibí una mala noticia en el desayuno y ya el día quedó marcado por eso. Desayuno en Sturbacks (antes me gustaba, ahora lo detesto, siempre lo mismo, me aburre), compra de un tensiómetro para Marido (se ha puesto nervioso por aquello de las barbas del vecino) y caminito del aeropuerto.
Esta vez no hubo incidencias en el trayecto, aparte de un sobrecargo que, en un principio, nos pareció que iba algo bebido (en realidad pensamos que se había bebido hasta el frasco de colonia que me encargó una amiga), pero luego resultó que sólo era un cachondo. Fue un viaje muy divertido gracias a él, lo cual no es frecuente. La parte de la cola del avión era su favorita, nos dió doble ración de bebida y un paquete de M&M para Hijo.
Aterrizamos en casa más bien tarde y hasta pasadas las 11 no conseguimos acostar al peque. Aún así, llevó bien el madrugón al día siguiente, no puedo decir lo mismo de mí. Y ahora sí, fueron felices y comieron pizza porque a esas horas no era cosa de ponerse sibaritas.
FIN


miércoles, 25 de septiembre de 2013

HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA

Este fin de semana fuimos a Houston, aprovechando que Marido tenía que arreglar los papeles del visado (sí, por fin, parece que ya está en marcha). Cada día estamos más cerca de tener nuestras cosas aquí.

Emprendimos viaje el viernes y ya desde el primer momento empezaron los hados funestos a advertirnos que mejor nos diésemos la vuelta, que para qué tanto moverse, que mejor en casa que por el mundo rodando.... Pero nosotros nada de escuchar, erre que erre, que sí que nos vamos, que a mí no me para nada, que si dile a Pepito Grillo que se coma un polvorón y se calle ya... Vamos, que ignoramos los presagios y seguimos adelante con nuestro descabellado plan.
Habla chucho, que no te escucho....
Pese a que, por una vez y sin que sirva de precedente, yo lo tenía todo preparado, listo y ya con un pie en la puerta, Marido salió del trabajo más tarde de lo previsto (previsto por él, yo ya me lo temía) así que cuando llegó el taxi a buscarnos ya íbamos con el tiempo contado.
Al salir de casa nos percatamos que, juntando el dinero en metálico de los tres, no nos llegaba para pagar el taxi, así que le pedimos al señor taxista que hiciera una paradita de nada en un cajero que hay aquí mismo, a la vuelta de casa. Ni que decir tiene que ese cajero no funcionaba y hubo que dar un rodeo no previsto para buscar otro.
Ya en marcha constatamos que al menos el 75% de la población capitalina había decidido ir al aeropuerto ese día y a esa hora, no sé si de viaje, a recibir a alguien o a despedirnos a nosotros en loor de multitudes, pero el tráfico, ya denso normalmente, era más espeso que el puré de patatas de un menú del día.
Un día normal de tráfico moderado en la capital mexicana.
No llegamos tarde, de hecho no llegamos a embarcar, pero, afortunadamente, el vuelo llevaba retraso y, fuera de tiempo, pudimos facturar.
Nos avisaron que, dado que el retraso iba a ser de más de una hora, podían cambiarnos de puerta de embarque y que, aunque avisan por megafonía, no se oye en todo el aeropuerto, así que no nos atrevimos a movernos de allí. Hicimos bien porque sí que cambiaron de puerta, como no, a la última de la terminal. Eso también nos pasa casi siempre, unimos lo lúdico a lo saludable y antes de pasar unas horas sentados en un avión, entrenamos para la maratón de NY y así ya no nos afecta el síndrome del turista.
Nos sentamos por fin el el diminuto, diminuto avión (de verdad, hasta Papá Pitufo hubiera tenido que agacharse para entrar) y empezó el retrasadísimo vuelo.
Aquí estamos despegando. El equipaje iba en la bodega, incluido el de mano.
Tenemos unos amigos viviendo en Houston y un día antes nos dijeron que hacía mucho calor aunque estuviese algo nublado.
A punto de aterrizar vimos que no estaba nublado en absoluto. Y si lo estaba los tremendos rayos y la intensa lluvia lo ocultaban. Tomamos tierra entre turbulencias que daban la razón a los expertos que dicen que lo más peligroso, con diferencia, es el despegue y el aterrizaje.
Por supuesto Hijo hizo el viaje entero dormido y no se coscó de nada.
Pasamos todos los controles del mundo, nos hicieron fotos de todos los tamaños, nos tomaron huellas de todos los dedos y, al fin, nos subimos en un taxi (cab) camino del Hotel Hillton, al que llegamos rozando la medianoche y con Hijo de nuevo echando un sueñito en el camino.
No era lógico ir en un taxi más grande que el avión, la coherencia es importante a la hora de viajar.
Antes Marido trató de sacar dinero de un cajero con su tarjeta de crédito y no reconocía el número secreto ni a la de 3 (quedarse con el número que es importante en el relato de los hechos). Por suerte llevaba otra que permite disponer de una cantidad mínima, pero suficiente para el taxi, objeto de nuestros desvelos tanto en México como en USA.
Ya en el hotel y soñando con la cama (Hijo de nuevo en brazos de Morfeo, esta vez en una butaca del hall) descubrimos que, pese a los reiterados intentos del recepcionista, no pasa la tarjeta, requisito sine qua non para que nos dieran la ansiada llave.
Al ver esto nos sentimos como los emigrantes al ver Manhatan.
Pero resultó que nos tuvimos que quedar en la Isla de Ellis.
Y luchar encarnizadamente contra la burocracia.
Dado que el dinero que llevábamos en metálico no daba para pagar una noche, que llovía, que íbamos con Hijo, que allí sólo abría 24h un Mc Donald que habíamos pasado hacía rato y que era ya cerca de la una de la madrugada hora local, y sábado de madrugada hora española, con el banco cerrado, la cosa pintaba mal. Dormir en el parque no era una opción por el clima y por el niño, más que nada.
Comprobamos que había saldo, y lo había, tratamos de que nos dieran el PIN por internet, pero lo enviaban por SMS al móvil que figuraba en los datos, el de España, que no estaba operativo y quedó en México. Intentamos cambiar el teléfono, pero para eso necesitabas el PIN. Te lo enviaban por correo, sí, pero tardaría varios días y llegaría a nuestra casa de España, cosa completamente inútil. La desesperación se podía masticar, lo único que podíamos comer, por otra parte.
Por fin Marido tuvo una iluminación, llamó (y sacó de la cama) a mi santo suegro y, dando su número de tarjeta y enviando por fax una autorización, consiguió la tan ansiada llave del paraíso.

Y por fin alcanzamos la tierra prometida
Eran más de las 2 cuando Hijo consiguió dormir en el sitio destinado por la humanidad a tal fin, y más de las 3 cuando Marido y yo terminamos de hacer todos los trámites necesarios para recuperar la funcionalidad de la tarjeta y, por tanto, nuestra vida. Uno de los planes del finde era liarnos a comprar como locos, ya que en México hay menos cosas y más caras, y sin dinero no iba a ser fácil.
No quedó más remedio que llamar a España donde descubrimos que, al introducir mal tres veces el PIN, la tarjeta quedó bloqueada. Por suerte pudieron desbloquearla desde allí y todo se arregló.
Y fueron felices y no comieron nada porque no había nada abierto, ni ganas. A las 7.33 exactamente Hijo decidió que ya era hora de abrir el ojo, el suyo y el mío, claro está.
Mañana os cuento más cosas, que me he agotado otra vez sólo de leer mis cuitas.

jueves, 12 de septiembre de 2013

ANA BOTELLA WHO IS IT?

Ayer me preguntaba una amiga qué decían aquí del famosísimo discurso de Ana Botella con motivo de la candidatura de Madrid a las Olimpiadas de Tokio.
Pues nada, ni pum, la mayoría de los mexicanos ni saben quien es. Y, de no ser porque la primera dama de México es una ex-actriz de telenovelas, sería a la inversa, no la conoceríamos de nada.
Me da que, además, les importa entre poco y un carajo cómo pronuncie el inglés o los giros castizos que introduzca en la conversación.
Aquí tienen, y ahora tenemos, nuestros propios problemas. El mayor, sin duda, la huelga indefinida de maestros de la educación pública. Llevan así desde que empezó el curso escolar, allá por el 26 de agosto.
Están acampados en el Zócalo y organizan marchas de protesta día sí, día también.
El domingo se celebra el Día de la Independencia y el Presidente da el grito (de independencia, se entiende) desde el Zócalo, y se toca la campana que en su momento tocó Miguel Hidalgo para llamar al pueblo. Pues este año naranjas de la China, el grito lo dará desde su residencia oficial, Los Pinos, y la duda está en si le llevan la campana a casa o toca una que le sobró de hacer de Papa Noel la Navidad pasada.
Anécdotas aparte lo peor es que durante esas marchas cortan el tráfico de las principales arterias de la ciudad, impidiendo a la gente llegar a trabajar o a recoger a sus hijos a la escuela. El caos circulatorio es inimaginable, además parece ser que, de vez en cuando, destrozan algo de mobiliario público por aquello de no aburrirse, siempre lo mismo.
Ayer hubo una verdadera batalla campal, con heridos y detenidos, aquí mismo, al ladito de mi casa.
Porque la suerte de vivir en el centro es que todo pasa por aquí, es estupendo.
Un trayecto que normalmente me lleva 15 minutos me lo hice en el tiempo récord de hora y media, y tuve suerte, que algunos tardaron más.

No hace mucho llegaron a impedir a los congresistas reunirse porque la emprendieron a palos y pedradas contra los autobuses que los llevaban, cambiaron la sede de reunión del Congreso a el Centro Banamex.

El caso es que no parece que cuenten con el apoyo popular, no me da esa impresión, aunque no dudo que tendrán su parte de razón, ni idea, este lío no hay quien lo entienda.

Además hoy, aprovechando que el Pisuerga pasa por Polanco, se unen a los maestros del país no sé cuantos sindicatos de otros ramos para protestar también por sus cosas. Si a eso añadimos los manifestantes contra la reforma fiscal y la reforma energética ya tenemos una buena cantidad de gente.

Por cierto que, para impedir que los exaltados se desperdiguen creando el pánico por toda la ciudad, cortan los servicios de metro y transporte público, así que la riada humana que aparece en cuanto pasa la manifestación es también considerable.

Visto lo visto, a mí me preocupa que hoy a las 16 tengo que estar en el colegio para recoger a Hijo karateka y no sé si conseguiré llegar o, en caso de lograrlo, me tendré que quedar a pernoctar allí.

Por eso el asunto Ana Botella me es, no indiferente, pero sí lejano. El wasap, eso sí, completamente abarrotado de chistes, chascarrillos y cachondeo variado. Le están haciendo tanta sangre que va a necesitar una transfusión. Por no pasar por alto un tema tan candente dejo algunas cosillas por aquí y lo doy por zanjado. Son las 12 y tengo que irme ya si quiero llegar a las 15. Hasta otra.
Antes de ver la prensa
Después

domingo, 8 de septiembre de 2013

HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE

Ultimamente tengo a Hijo intratable, niega su condición de emigrante, debe ser que ha visto en la tele lo que les pasa a algunos ilegales en Europa y pánico le da a la criatura pasar por esas penurias.
De momento, y creemos que por poco tiempo ya, sólo tenemos el status de turistas, hasta que el gobierno mexicano tenga a bien responder a la solicitud de residencia formulada por Marido allá por el lejano mes de Enero.
En realidad el mayor inconveniente práctico de la espera es que nuestras cosas, no muchas, pero necesarias (juguetes de Hijo, libros de Hijo, sábanas de Bob Esponja y Cars, de Hijo, tren de Thomas de Hijo y dos castillos de montar de Hijo, anoraks de invierno de los tres y alguna cosa más, como algo de vajilla y el teatro con marionetas de Imaginarium de Hijo) esperan durmiendo el sueño de los justos en un almacén de Madrid desde principios de Junio. Sin el anhelado permiso de residencia no hay mudanza que valga.
¡Chicos, que va en serio, que esta vez nos vamos, arriba todos!
O sea, que sí, que un poquito sinpapeles sí que somos, a qué negarlo.
En fin, que Hijo jura y perjura que él está aquí de vacaciones, que en Navidad volverá a España y a su cole de toda la vida y que, estando así el panorama, es inútil y absurdo que trabaje en clase, sí total le quedan dos telediarios en este país.... Mejor disfrutarlo y luego ya veremos, que las vacaciones son para descansar y hacer un el loco, desmelenarse, vamos.
Así que, tras múltiples pruebas y ensayos, unos con más acierto que otros, hemos pensado hacerlo responsable y mayor y le daremos dinero por un trabajo bien hecho y un esfuerzo acorde, si termina las tareas escolares sin los habituales gritos, lágrimas y crujir de dientes (todo eso yo, él se queda tan ancho repantigado en la silla en huelga de lápiz caido) se le abonarán 5 pesos, que viene a ser un tercio de euro. 
Con ese dinero, ganado con el sudor de mi frente, podrá hacer lo que quiera, siempre que no sea ilegal, inmoral o de dudosa procedencia o aspecto repugnante. Aquí incluyo tanto algunos dulces cuyo extraño colorido sólo puede conseguirse con aditivos altamente cancerígenos y las tarántulas que venden sin problema en todas las tiendas de animales de los supermercados.
Hoy su padre se iba de viaje toda la semana, así que, por no dejarme de nuevo sola ante el peligro, le prometió todas las monedas que llevaba en el bolsillo, 19 pesos en total, si tenía los deberes hechos antes de salir de casa camino del tradicional y copioso desayuno dominical.
Cual rayo que no cesa, terminó en menos de 12 minutos lo que normalmente nos supone 3 horas de lucha denodada y daños colaterales permanentes (canas, lumbagos, ojeras...).
Trata de sobornarme con una botella de sidra.  Claro, por supuesto que lo consiguió ¿por quién me tomáis?.
Nada más poner un pie en la calle, entró en el primer establecimiento abierto, una librería en la que también venden chuches, como bien recordaba, y se gastó íntegro su primer sueldo en unos Ferrero Rocher, un paquetito de 3, nada del otro mundo.
Le dieron para mucho, eso sí, primero era una máquina de fabricar bombones (la de Lluvia de albóndigas, para quienes tienen niños), una vez abierto y "lanzados" los bombones, se convirtió en un tren que descarrilaba sin cesar, luego en un barco zarandeado por los elementos y después no sé cuantas cosas más.
Todavía no se los ha comido, temo que esté esperando que le den intereses, igual cree que mañana tendrá 4 donde sólo había 3. Tengo que explicarle que esos eran otros tiempos, ahora se encontrará con que hay 2 1/2 porque le habré cobrado por las molestias, la guarda y custodia y por el espacio que me ocupan en el armario, gastos de mantenimiento, es el nombre técnico de lo que viene siendo un atraco en toda regla.
Lo que fácilmente se gana, fácilmente se gasta. Ha pasado de ser un potentado a no tener nada en cuestión de minutos, aunque si lleva los bombones al cole mañana puede hacer negocio a la hora del recreo, quien sabe. Igual no es un derrochador, sino un especulador.

jueves, 5 de septiembre de 2013

POR EL ESTÓMAGO SE LLEGA AL CORAZÓN, ¿DÓNDE SE LLEGA POR LA NARIZ?

Para las de siempre, ellas saben quienes son

Todos hemos oído hablar de lo evocadores que son los olores y creo que todos lo hemos experimentado alguna vez.
Es como una máquina del tiempo que se activase a través de la pituitaria, no sólo te vienen recuerdos, son sensaciones, sentimientos... es como volver allí.

Pues, señores, a mí se me ha hecho añicos toda la ilusión de la adolescencia, esa etapa tremendamente feliz, en mi caso, y añorada hasta el extremo. Se me ha caído el mito de un plumazo, se ha derrumbado cual edificio del Carmel, no quedan sino ruinas de la antaño querida juventud.

¿Por qué?, pues por culpa precisamente de ese poder olfativo, que ataca a traición y por la espalda, la nariz ha sido para mis 15 años lo que Bruto para César.

Estaba yo el otro día tranquilamente en mi casa cuando me vino un aroma tenue pero muy familiar, no era perfume, ni ambientador, no sabía qué era, pero ahí estaba. Seguí su pista nariz al viento, dando breves pero continuas e intensas esnifadas, como he visto hacer a mi perro cuando huele comida o a Pocholo en las fiestas ibicencas, y llegué, asombrada, al baño (aquí, sanitarario).

Seguí la investigación odorífera, eso sí, con precauciones dado lo peligroso de la zona estudiada, y resultó que el aroma en cuestión venía del papel higiénico. Exacto, lo perfuman, era lo que me quedaba por ver, bueno, por oler.
Y el olor de ese papel me transportó de inmediato al instituto, a la discoteca de los fines de semana, a los veranos en la playa, a los merenderos de Somió... Vamos, que di marcha atrás en el tiempo a toda velocidad.
Y entonces me asaltó la duda que ha hecho que se tambaleen los cimientos de mi hasta ahora maravillosa y disfrutada etapa juvenil, si el olor del papel higiénico me retrotrae a esa época ¿podemos deducir que es porque, en realidad, fue una mierda y yo la tengo idealizada?.

Porque en cuanto al vestuario no cabe duda, era espantoso casi en su totalidad (aunque es cuestión de tiempo, y no demasiado, para que la moda de aquella época sea lucida por las it girls del momento).
Arreglada, pero informal
Un toque juvenil para ir a trabajar
Cindy Crawford demostrando que no necesariamente cualquier tiempo pasado fue mejor.
El maquillaje iba a tono con el vestuario, todas iguales y de labial, colorete y sombra de ojos Coral 5 de Margaret Astor para todo, que se ahorraba espacio y dinero.
Romántica (la pajarita era muy de la época)
Profesional, y anti acoso porque con este look no corres riegos.
Una de las más imitadas en los 80, a mí me gustaba más aquí, tenía un estilo propio, discutible, pero propio.
La bebida, intragable. Cuando pienso en las combinaciones de chocolate con ron, o con Licor 43, me dan arcadas. Rectifico, nauseas, arcadas me da recordar el popular combinado "Casa de Inma", creación propia, no preguntar ingredientes.
La música se salvaba, me gustaba y me sigue gustando, aunque no puedo decir lo mismo del look de los intérpretes.
Spandau ballet, estupenda música y deleznable peinado. Se suponía que este era de los grupos "elegantes".
Con Duran Duran no meterse, que un momento tonto lo tiene cualquiera y John Taylor sigue estando bastante bien. Un imprescindible en aquellos años, Nesquik o Cola Cao, Pepsi o Coca Cola, Simon Le Bon o John Taylor.
Los bares y discotecas que frecuentábamos se ajustaban perfectamente al Reglamento de actividades molestas, peligrosas o insalubres. Eran todo eso y muchas cosas más.
El número máximo de pasajeros en los locales y en los autobuses se decidía colocando un par de ceros más a la cifra oficial ¿que cabían 80 personas?. ¡Venga ya, que tenemos el Tetris!, metemos 8000 si nos organizamos bien.
Lo difícil es estar cerca de la puerta cuando llegue tu parada, y lejos cuando no aún no estés en ella para no salir a presión.
Claro que siempre puede ser peor
Hubo un tiempo en que mi amiga Inma enloquecía por estos dos, aunque sé que no lo confesará a un extraño ni bajo tortura inquisitorial.
Sí, es la misma Inma que inventó el cóctel explosivo, eso explicaría muchas cosas. Nena, el morenito este no ha madurado tan bien como John Taylor, reconócelo.
Y podría seguir, pero no lo haré. ¿Es o no para replantearse la cuestión?. ¿Me lo pasé tan bien como yo creía, o fue un espejismo?.