jueves, 26 de septiembre de 2013

EL DÍA S

El día S de shopping, porque uno de nuestros propósitos era acercarnos a un oulet y comprar hasta que nos dolieran los dedos de marcar el número secreto, por fin recuperado.
Un pequeño gesto para el hombre, un gran paso para la humanidad.
Y, efectivamente, fue a lo que nos dedicamos el sábado con entusiasmo y dedicación, salvo Hijo que, como es normal, quedó harto, aunque no le hizo ascos a comprar un Buzz Lightyear en la tienda Disney.
Aunque a cualquier padre le parecerá imposible, hay personas que no conocen a Buzz, ni a todos los demás. Para no iniciados éste es el interfecto, es un guardián espacial y lucha contra el malvado Emperador Zurg.
Yo, por mi parte, me compré un bolso, cartera y zapatos en Calvin Klein, dos pares de Levis, uno de ellos clarito y de corte clásico, en plan retro, unas mallas para pilates (ahora si voy ya será perfecto), unos playeros de deporte y, a instancias de marido, un estuche de maquillaje. Escandalizada estaba mi amiga Laura cuando se enteró que no me había traído nada para pintarme, entre otras cosas porque lo que tenía era de mucho antes de nacer Hijo. Por si alguien no lo ha notado aún no me maquillo muy a menudo.
A Dios pongo por testigo que no fue por vicio, fue por necesidad. No me juzguen, compadézcanme.
Busqué unas botas, pero ningunas me gustaron más que las que tengo en España, así que voy a esperar. A todo esto para que nos diese tiempo, nos repartimos y yo, que hablo cuatro cosas en inglés, me apañé para pedir tallas, modelos y preguntar por el probador. Cierto es que en un momento dado recurrí a preguntarle a unas españolas que vi probando unos pantalones que me gustaron y ellas me dijeron qué modelo era.
Normalmente ésto me hubiera parecido el infierno, pero, por alguna razón, me sentí en el cielo. La donna e mobile...

Lo mejor de todo, y la razón por la que recomiendo efusivamente ir a comprar ropa a USA, es que tooooodo era de talla enorme, todo lo que me servía era de la S o la XS, un gustazo, no os podéis imaginar qué subidón.
Ejercicio de agudeza visual. ¿Cómo cual de los dos pingüinos me sentía yo?. Pista: no vale decir que el de la izquierda.
Eso me permitió dedicarme a los preztel sin ningún remordimiento. Y no debo ser la única a juzgar por la corpulencia de muchos americanos, es algo tremendo, la verdad, no me extraña que Michelle Obama esté tan pesada con la alimentación.
Por supuesto la bebida es light, que para eso sirve la ciencia.
A Hijo le compramos zapatos hasta aburrir porque, entre lo que le crece el pie y jugar al fútbol no le duran más de un mes en estado aceptable. Y también le cayeron unos vaqueros sin agujero en la rodilla.
Marido no encontró nada el sábado, pero el domingo aparecieron un par de camisas y unos playeros y se quedó tan contento el hombre.
Marido ante el expositor de una tienda. Salió igual que entró.
Y aquí estoy yo, en cambio, mucho más decidida y resuelta, segura de mí misma, con capacidad de elección, una mujer feliz de serlo. Si al final va a ser verdad que ir de tiendas es terapeútico y mejora la autoestima.
Es evidente que el gran problema de esta familia es encontrar zapatos.
A última hora de la tarde, que allí son las 5.30, que nadie piense en un desenfreno loco, vinieron a recogernos al hotel una pareja que vive aquí desde hace un año. El marido está bien, las hijas adolescentes mejor que bien, completamente americanizadas según su madre, y ella, la madre, no tan bien. Es la que más sufre la diferencia de idioma y de forma de ser.
No dudo que sea difícil, pero después de reencontrarme con la civilización me voy a poner las pilas con el idioma porque vivir en USA me parece una opción más que apetecible, pero ya veremos.
Después de cenar en el clásico bar de carnes y hamburguesas, nos acercamos hasta la plaza del ayuntamiento de la zona donde ellos viven a tomar un café y un helado.
Tal era el trauma de Hijo con las compras que no quería ir ni a por un helado de chocolate, sólo decía "Otro día horroroso de compras no, me niego". En cuanto tiene la mínima oportunidad le sale la vena melodramática.
El domingo fuimos al Space Center, una especie de parque temático de la NASA donde ves la réplica de cohetes y transbordadores espaciales, cómo es la comida, cómo duermen, se duchan, hacen ejercicio, es decir, cómo y donde viven los astronautas.
Ilustro con algunas fotos
Esto es lo primero que ves ya entrando al aparcamiento.
El tren que te hace el recorrido, asistidos por unos jóvenes universitarios que, está claro, se sacan un dinerillo haciendo esto los fines de semana.
Obviamente, es un cohete, no confundir con una jeringuilla, ni con un supositorio. En USA tienden a hacer las cosas grandes, pero tienen sus límites.
Reproducción del centro de control. Aquí me enteré por mis propios medios lingüísticos (sin traducción) que la órbita de Marte es distinta a las demás, el radio es más pequeño en un lado que en otro. Curioso.
Alguno de los Apolo, a saber cual, ha habido tantos...
Dentro del transbordador espacial.
¿Quién soy....?
Apetitosa comida espacial. Hay un enlace muy interesante sobre esta cuestión, pinchad aquí para más información.
La zona infantil que tanto le gustó a Hijo.
Te hacen un recorrido en tren parando en los lugares estratégicos donde te enseñan una réplica del centro de control, entre otras cosas, y te dan un par de charlas en inglés. A pesar de eso me enteré de casi todo.
Luego estuvimos en la zona "libre", una enorme nave con un montón de tonterías para ver y tocar. Vimos dos documentales (uno de los cuales, pese a ser muy interesante, nos perdimos los tres porque nos quedamos fritos) y soportamos una charla en la que, ahí sí, no me enteré de nada porque el hombre, que se ve que iba con prisa, hablaba como una locomotora. Y no se podía dormir con la luz encendida, mejor en el cine de antes.
Hijo encontró lo que más le gustó de todo lo que vió: un tobogán/tubo de los Angry Birds espaciales. Había una zona dedicada sólo a ellos, con espejos deformantes en los que había una plataforma que te decía tu peso en Marte, en Jupiter, en Saturno... y según pesases mucho o poco te veías delgada o gorda. Una pista, si emigro a otro planeta, será a Marte. También había juegos de habilidad, una pelota que se sostenía con chorros de aire... cosas así.
Terminamos el día dándonos un chapuzón nocturno en la piscina y cenando en la habitación porque ya la cosa no daba para más.
Esta es la piscina a la luz del día. Yo llegué incluso a sentir frío, tengo un poder de aclimatación asombroso. Y el no dormir, el mal comer, el no parar un minuto... pero eso no creo que influya.
El lunes por la mañana recibí una mala noticia en el desayuno y ya el día quedó marcado por eso. Desayuno en Sturbacks (antes me gustaba, ahora lo detesto, siempre lo mismo, me aburre), compra de un tensiómetro para Marido (se ha puesto nervioso por aquello de las barbas del vecino) y caminito del aeropuerto.
Esta vez no hubo incidencias en el trayecto, aparte de un sobrecargo que, en un principio, nos pareció que iba algo bebido (en realidad pensamos que se había bebido hasta el frasco de colonia que me encargó una amiga), pero luego resultó que sólo era un cachondo. Fue un viaje muy divertido gracias a él, lo cual no es frecuente. La parte de la cola del avión era su favorita, nos dió doble ración de bebida y un paquete de M&M para Hijo.
Aterrizamos en casa más bien tarde y hasta pasadas las 11 no conseguimos acostar al peque. Aún así, llevó bien el madrugón al día siguiente, no puedo decir lo mismo de mí. Y ahora sí, fueron felices y comieron pizza porque a esas horas no era cosa de ponerse sibaritas.
FIN


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