lunes, 19 de enero de 2015

FOTOS BONITAS

Detesto hacerme fotos, no me gusta posar, no me veo bien y nunca sé cómo colocarme. Bueno, cómo colocarme sí, pero no qué postura adoptar ante una cámara.
Aunque nunca fui muy amiga de los reportajes, mi fobia como tal tiene un origen muy concreto.
En mi primer año de instituto, cuando los dinosaurios poblaban la tierra según cree Hijo, nos pidieron unas fotos de carnet para las fichas y allá que nos fuimos un nutrido grupo de adolescentes granulados a un FOTO MATÓN. 
Con ese nombre reconozcamos que no se deben tener muchas espectativas porque engañar no engaña, es eso, un auténtico matón, un asesino despiadado y cruel, un serial killer de lo peor sin competencia hasta que aparecieron las selfies, mucho más sofisticadas porque parece un suicidio.
Una de mis compañeras, no especialmente agraciada en aquella época, exclamó al ver el resultado "¡Qué mal he salido, no parezco yo, estoy horrible, por favor, estoy espantosa!".
Lo cierto es que la fidelidad al modelo era notable, se la veía en el papel impreso tal cual la veían mis juveniles ojos, así que me planteé si a mí me ocurriría lo mismo, si lo que para mí eran instantáneas deformadas de la realidad no eran más que una amarga verdad que mi cerebro se negaba a procesar y me hacía creer que esa no era yo, cuando ciertamente sí lo era.
Desde entonces me resisto aún más a dejarme plasmar para la posteridad y las únicas fotos en las que tengo un pase, son aquellas que me hacen por sorpresa y a traición. La mejor foto de una boda es una que me perpetraron a eso de las 5 de la madrugada en el aparcamiento en plena exaltación etílica de la amistad más imperecedera, no digo más.
El caso es que, como ya os comenté, estas navidades para nada blancas, estuvimos en Xcaret.
Salvo en el momento de comer no recuerdo haber llevado otra indumentaria que el bikini porque íbamos de una atracción acuática a otra cruzando sin pudor, aunque con bastante frío, por el acuario, el tortuguero, las ruinas mayas...
Marido e Hijo se encontraban en idéntica situación, así que ni pensar en llevar el móvil o una cámara de fotos con nosotros, todo se quedó en la taquilla habilitada al efecto. En realidad sólo queríamos tener constancia gráfica de haber estado con los tiburones, lo demás nos daba igual.
Pero hete aquí que nos ofrecieron comprar una memoria USB en la que podías cargar todas las fotos que quisieras hacerte por el parque y que hacían los fotógrafos profesionales que pululaban por todas partes y unas monísimas cámaras instantáneas en las que bastaba con pasar el código de barras de la pulsera que te ponían al entrar al parque, sonreír, contar hasta tres y esperar el flashazo correspondiente.
Una tentación, porque costaba poco más que comprar sólo las imágenes con los escualos, así que picamos.
Estrenamos el servicio cuando vimos unas guacamayas y pedimos que inmortalizaran a Hijo junto a una.
Ilusos. Nos hicieron ponernos a los tres juntos, nos colocaron un pájaro a cada uno, después, ya por separado, brazos en jarras, con una guacamaya en cada uno, después con el puño cerrado, con las manos extendidas, con...ya ni me acuerdo, la creatividad del tipo era infinita. A mí me dejó irme porque no me vio actitud y nunca supe hacer el pino-puente, pero con Hijo se ensañó. Como detalle diré que te ponían unas pipas en el pelo para que se estuvieran quietas y te picaban la cabeza para comerlas. Súper diver.
Cuatrocientas fotos más tarde y después de comer  llegamos a la playa en la que nos dijeron que nos podían hacer un reportaje completo si nos apetecía, el panorama era el que sigue.
Llevábamos unas 4 horas a remojo, pasando sucesivamente de un río a otro, a una piscina y al mar. Hacía un viento con visos de huracán que no contribuía en nada a mejorar el aspecto de mi, a esas alturas ya, estropajosa melena y el vestidito de gasa playero y medio mojado se pegaba marcando círculos de agua en las zonas más proturberantes.
Con esa pinta tampoco era como para pensar que sería un posado para el HOLA, pero mira tú por dónde sí, dimos con un puntilloso profesional que se empeñó en hacernos adoptar posturas imposibles y empalagosas como si de un ñoño reportaje bodas se tratase. Debo reconocer que salgo hiper sonriente en todas ellas, carcajeante incluso. Especialmente hilarante fue el momento en que me indicó que me sentara con las piernas hacia delante, y las manitas detrás, pero como el aire se empeñaba en boicotearlo poniendo mis greñas delante de la cara, subió la apuesta y me tuve que apartar el pelo con la mano, en plan súper sexy, basta con mirar el resultado.
Tremendamente natural y al tiempo sofisticada.
Mientras Hijo fue a columpiarse a una hamaca cercana y yo escapé con él aprovechando que el señor fotógrafo me comentó "¿A usted no le gusta mucho hacerse fotos, verdad?". Perspicaz como pocos me dejó ir por imposible.
Me pareció que quedaría bien un recuerdo tal y como estábamos, yo empujándolo y él riéndose mientras se balanceaba, pero me respondió que ellos "Sólo podían hacer fotografías bonitas y la gente que estaba detrás era muy fea y no saldría como a él le gustaba".
Así que nos quedamos con las ganas mientras Marido seguía instrucciones, súbase al árbol, gire la cabeza, finja que agarra un coco, tíremelo a la cabeza...
Es tan falsa que parece un montaje, pero el mar era de verdad. En serio. Que no es broma. Por Snoopy que es auténtico.
Para terminar, ya a la salida del parque, había un bonito belén mexicano y Marido le pidió a un amable señor que nos retratara con el teléfono. Recuerdo al público que eran como las 9 de la noche y llevábamos todo el día corriendo empapados de acá para allá y untados en protector solar y líquido antimosquitos.
La imagen era bastante deplorable porque, aunque intenté peinarme, no era fácil que las púas se introdujeran en ese nido de cigüeñas en que se había convertido mi pelo.
Afortunadamente en el momento de disparar se cruzó una señora bastante mal encarada y salió al ladito nuestro con cara de estar bebiendo vinagre o pasando las vacaciones con su nuera. Eso frustó el plan de Marido, que no era otro que usar esa cosa como postal de Navidad para enviar a nuestros parientes y amigos.
No se acordó del lema del parque "SÓLO FOTOS BONITAS".


10 comentarios:

  1. Seguro que eran bien bonitas porque los tres sois muy guapooooooooos .... Besicos.

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    1. Esta claro que eso es amor, porque el peque sí, siempre está guapo, pero ahí paramos con la belleza. Te hubieras echado unas risas, seguro. Besitos

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  2. Me parece que voy a buscar unas fotos que tengo de cierta bruja...

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    1. También son fotos bonitas, pero de otra forma. Tú de eso sabes mucho Luis, si llegas a estar allí lo tiras al mar, seguro, y yo te hubiese dado una coartada. Besos.

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  3. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo odio hacerme fotos. Salgo Fatal ( o igual no y soy asi. Buuuf, prefiero no pensarlo).-De hecho salvo las absolutamente necesarias ( lease carnets) no me saco prácticamente ninguna y en los perfiles de cualquier cosa que me hago pongo paisajes, dibujos, etc etc
    Una cosa curiosa. me gusto en las fotos de adolescente y de joven: me veo más guapa y delgada ( que lo estaba). Así que no hay mal que por bien no venga. dentro de veinte años me veré preciosa en las fotos de ahora, no me queda más que sentarme a esperar....
    Besinos.

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    1. Tú estás estupenda, la culpa de todo la tienen las cámaras que las carga el diablo, no lo dudes. Un besazo ultramarino.

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  4. No es que lo dude. Es que intento aplicarlo a mi persona aunque sólo sea con la imaginación y, aún desinibhiéndome, creo firmemente que no habría fotógrafo ni en México ni en el mundo entero, capaz de hacerme salir en una foto como en esa penúltima que aquí muestras. Sinceramente, Paz, viendo las dos imágenes finales de esta entrada, especialmente, la de "tremendamente natural y al tiempo sofisticada", me quedo pasmada leyendo que esto no es lo tuyo. Pero, si tú lo dices, ... Felicitaciones al fotógrafo.
    En todo caso, opino que el concepto "foto bonita" de ese lugar es el que iría como anillo al dedo a los posados playeros que anualmente realiza para los paparazzi Anita la Fantástica. Nada que ver con el mágico encanto de los retratos de Carraspia firmados por Luis, donde, la ceja espesa, es maravilla, la dentadura mellada, descalabro atrayente, el vello facial, un canto a la libertad de todo aquello que crece y, el luto riguroso que todo lo cubre, una agujero por donde asoma una chispa que alumbra lo oscuro y asusta de tan viva.
    Bruja asturiana, transformada en sirenita venida a princesa gracias a una aventura transatlántica, a falta de lobo tiburones,... De lo que no cabe duda es que, el cuento para regocijo de los que paseamos por aquí continua y, francamente, promete.

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    1. ¡Ah!, se me olvidaba. Hijo, ciertamente, está equivocado. Todavía hay dinosaurios poblando la tierra de algún que otro instituto del planeta. Con esto se lo podrás demostrar.

      https://www.youtube.com/watch?v=R3MKomHLYF4

      La adolescencia, al fin y al cabo y como él ya tendrá ocasión de descubrir por experiencia propia, no deja de ser una experiencia no exenta de cierto ambiente jurásico, llena de erupciones y vivencias a todo gas e impactantes cual trayectoria y golpe de meteorito, en la que a falta de fotomatón, encontrará sistemas de difusión, convertidos en asesinos de imagen muy, peor que muy poderosos.

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  5. No te engañes querida AME, no sabes lo insistentes que son los artistas del parque, te haces la foto, el posado Ana Obregón y lo que haga falta, te lo digo yo. Un beso amiga.

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  6. hola paso de visita por tu blog me encanta todo lo que tienes en el bonitas fotos y al natural nada de photoshop. Saludos

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