martes, 1 de octubre de 2013

EL RINCÓN DEL ESCRITOR



A punto estoy de cumplir mi santa misión como madre y jubilarme ya de esa función tan gratificante y tan agotadora (más de esto último, como regla general).
Mi hijo ya ha elegido su futuro y ha decidido empezar ya mismo a trabajar en él.
Ayer me lo comunicó alegremente mientras iba conduciendo "Mamá, cuando aprenda a escribir y a leer bien quiero escribir libros".
Mi sueño dorado, tener un hijo escritor, no puedo pedirle más a la vida (bueno sí, una bonoloto fulminante que me catapulte de nuevo a mi casa de España). Igual que otros lo apuntan al equipo de fútbol de sus amores y lo fotografían luciendo la camiseta y los patucos, yo lo hice socio de la biblioteca cuando aún no tenía ni dos semanas de vida y lo inmortalicé leyéndole un cuento (no podía la criatura sostener el libro).
A punto de explotar de orgullo y felicidad, y dejar el parabrisas perdido de restos humanos sin identificar, Hijo decidió no dejar que ocurriera tan luctuoso suceso y me explicó su visión de futuro.
"Es que así no tengo que trabajar, puedo quedarme todo el día en el sofá sin hacer nada".
Estupefacta le comenté, de pasada, que los escritores también trabajan, que no es en absoluto fácil su labor, y que las cosas no son tan sencillas para nadie.
"Vale, pero entonces escribiré los lunes y los miércoles a las once".
Pues bueno, si ya lo tiene tan planificado ¿quién soy yo para oponerme?. 
Desde que se pega esos madrugones tremendos, levantándose a las 6.30 de la mañana, se ha convertido en un miniyo que sólo piensa en dormir hasta que le duelan los ojos y tenga que despegarse los párpados con disolvente. Para él un futuro color de rosa es aquel en el que no existan los despertadores ni el inventor que los parió. Lo comprendo.
Y no sólo lo comprendo, sino que lo apoyo hasta el infinito y más allá, por supuesto. Me he dado cuenta que en algún punto del camino dejé de ser una madre y me convertí en una MAMMA, aunque por mi bien y el toda mi santa familia, espero que eso no siga el curso natural de los hechos y me convierta finalmente en una SUEGRONA.

Concluyendo, le he dicho que, en tanto esté atiborrado de deberes y le falte soltura con la pluma (o el teclado, da igual) yo transcribiré sus cuentos e historias y las publicaremos en este blog.
Me reservo los derechos de autor, el copyrigth y la exclusividad de besuquear insistente y cansinamente al escritor en ciernes. Me declaro su representante, editora y admiradora más fiel, sea cual sea el resultado final.
Mañana empezamos, que hoy tiene karate, piscina y deberes, en ese orden.
Eso sí, advierto que tengo la sensación de que sólo disfrutarán de esta literatura los lectores de su edad, su sentido humor es un tanto incomprensible fuera de ese rango, y en muchas ocasiones las catástrofes son tantas y de tal magnitud, que no queda más que desearle a sus personajes una pronta muerte que acabe con sus sufrimientos lo antes posible.
Besos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario