EL AUTOCORRECTOR

Imagino que, al ver que he regresado tras la pausa vacacional, que se me ha pasado volando (literalmente en el caso de Marido que fue para 10 días y tres se los pasó en vuelos o en aeropuertos) todos se esperan el clásico post de vuelta del veraneo.

(Me encanta esa palabra, me evoca los años 60 y 70, los seiscientos, las películas de Alfredo Landa, el vino con casera, los gorros de baño enormes, esos bañadores de telas tan gruesas como abrigos....)

Para mis amigas fashionistas, que sepáis que vuelven con nuevos bríos, estos son de la temporada verano 2014 de wimex

Pues sí, reconozco que sería lo suyo, pero me da una pereza horrorosa. Un poquito de comprensión, llegué apenas ayer y todavía no me acostumbro al horario, al tráfico y a la varicela que ha traído mi hijo como souvenir de España.
Aunque, eso sí, la prefiero al toro, torero y bailaora de plástico para poner sobre la tele. O sobre el armario, que yo creo que han inventado las TV planas para acabar con ese entrañable recuerdo. No será bonito, pero trae tantas cosas a la memoria que hasta le tienes cariño.

Que nadie piense en mandarme un lote, soy sentimental, pero tengo ojos y sentido común.

Así que dejo esa entrada pendiente para otro momento y paso a lo que me apetece hoy, que es defender a capa y espada al tan denostado AUTOCORRECTOR.

Si bien es cierto que hace pasar por analfabeta a la mismísima diosa Atenea a poco que tenga un dedo algo temblón o un teclado demasiado minimalista, también nos hace pasar unos ratos buenísimos.

Tengo una amiga que no solía leer los mensajes que enviaba y el autocorrector decidía actuar por su cuenta y riesgo y el resultado no podía ser más hilarante. Litros no, hectolitros de lágrimas he derramado leyendo sus frases sin sentido ni lógica alguna, parecía estar escuchando el debate en el Congreso, igual de irracional pero mucho más divertido.

Y hace poco, gracias a este invento que muchos califican de maligno, puede ver dos perlas en internet que me harán sonreír cuando ya no tenga ni dientes.

La primera de ellas era en respuesta a una madre preocupada porque su hijo sólo quería tomar biberón y ella buscaba la forma de hacerle comer purés con él. Su solución era la siguiente

"PÍNCHALE LA RETINA CON UNA AGUJA DE HACER PUNTO"

Imagino que así la criatura en cuestión no vería lo que contenía el bibe y se lo tragaría tan tranquila pensando que era la leche con cereales de toda la vida. Me parece algo radical, pero si ya lo has probado todo y nada funciona no queda más remedio que optar por buscar caminos diferentes.

La segunda era de otra madre que se extrañaba porque a su juicio no era normal que

"A MI HIJO DE CUATROCIENTOS AÑOS LE ENCUENTRO LIENDRES MUERTAS, PERO NI UN SOLO PIOJO"

Yo no sé mucho de antropología ni ciencias forenses, pero si los piojos tienen la misma edad que el chaval tampoco veo yo tan raro que sean más momias que otra cosa. Y ya me parece que el muchacho tiene una edad para independizarse de su madre y hacer un poquito su vida. Perdón, su vida no, su lo que sea.

En fin, que el autocorrector es un ser humano más, con sus fobias y sus filias, sus días buenos y sus días malos y cuando está cruzado es exasperante, pero cuando está de buenas su sentido del humor es impagable.