Como ya se habrá percatado cualquiera que se haya paseado mínimamente por este blog, no soy precisamente parca de palabras.
De natural me considero de verborrea fácil, dada a charlar hasta con las macetas a falta de mejor interlocutor, ojo, diálogos, no monólogos que son harto cansinos.
Añado que ya entré en ese estadio de madurez en el que haces exactamente lo mismo que tu madre cuando iba a comprar carne, pongamos por caso, y la conversación era tal que así, para vergüenza y oprobio de adolescentes granulados:
- Carnicero: "Buenos días, ¿qué le pongo?"
- Madre: "Pues no sé, porque pensaba hacer garbanzos para mañana, pero resulta que viene a comer mi suegra, porque mi cuñada ha decidido que se van a a pasar el día a la playa y me la endilga así, sin preguntar, y tengo miedo que le den gases, y como come a Dios por una pata, igual hasta acabamos en urgencias y ni en broma. Igual me llevo unos filetes, pero con lo repunante que es la pequeña para comer la tengo haciendo bola con un mordisco hasta la cena y quería salir a dar una vuelta por el parque antes de merendar para que nos diera un poco el aire, y de paso coger algo de color, que en 15 días tenemos la boda de la prima de mi marido y no voy a ir con este blanco lechoso. Iría a lo de la lámpara, pero tengo miedo ponerme como un cangrejo y sería peor. Dame carne para guisar y un arreglo para cocido que voy a poner sopa de primero".
- Carnicero: "Muy bien"
La primera vez que me sorprendí en estos menesteres me quedé con esta cara
Después me pasó como con la celulitis, las canas y acordarme del Mundial 82, decidí asumirlo como parte de la vida.
A eso le sumamos que el estar fuera de tu país te hace ser todavía más dicharachera con los casi-desconocidos y amigos recientes, con los que hablas sin empacho a los 5 minutos de conversación, de cómo fue tu parto y hasta la concepción del churumbel. Cosas de expatriadas, ni caso.
Pese a todo hay cosas que se me antojan excesivas.
Hace unos días, recogiendo a Hijo del colegio, una madre desconocida y anónima (anónima porque vestía íntegra de negro y se tocaba con sombrero también negro de ala ancha y enormes gafas de sol) comenzó a departir amigablemente conmigo y enseguida me preguntó dónde trabajaba mi marido (en una ingeniería, ¿en cual?), qué puesto ocupaba (consultor, ¿pero qué hace en concreto?), dónde vivimos (en tal sitio, ¿en qué zona?, cerca del parque). Y la última pregunta (¿en qué calle?) ya me la hizo gritando mientras yo argumentaba muchísima prisa (cierto, por otra parte) y galopaba hacia el coche.
Recuerdo que aquí no es frecuente ni aconsejable dar demasiados datos personales fuera del círculo de amigos. Sus preguntas, impertinentes en extremo, son aquí fuente de desconfianza inmediata.
¡Habla, habla o disparo!. ¿Cada cuánto cambias las sábanas? |
Y esta misma mañana veníamos de hacer una revisión a Hijo y le quedó el pelo lleno de pegotes de crema que tuvieron que ponerle. Mientras sacaba dinero en un cajero la mamá con niño pequeño que ocupaba el cajero contiguo me pregunta "¿Qué es lo que lleva el niño en el pelo?". A lo cual respondí "Venimos de hacerle unas pruebas médicas, no es nada".
Lo que me hubiese apetecido es decirle "Mierda a montones". Entre el miedo que hay aquí a cualquier tipo de bacteria, virus, vacilo o bicho microscópico en general, y el efecto de hongo radiactivo que tiene la palabra mierda la hubiera dejado muerta allí mismo, cosa que se merecía, por cotilla.
Y un besito para la madrina guapa de Hijo, muy de Forges ella, en ética y en estética.
Y un besito para la madrina guapa de Hijo, muy de Forges ella, en ética y en estética.
Pues a mi se me hacen cortos tus diálogos. Besicos.
ResponderEliminarJe, je eso lo dices porque no has venido conmigo al mercado.
ResponderEliminarAngelines cuando (coge) toma carrerilla no hay quien la pare.
ResponderEliminarNo sé si te refieres a ella, a mí o a las dos, pero las he visto peores. Y seguro que tú también .
ResponderEliminarPero qué cotillas son!!! Así sin más y sin conocer y te hacen un interrogatorio con todo el morro!!
ResponderEliminarMe lo paso la mar de bien con tu blog!
Un pelín indiscretas sí que son, pero curiosamente es entre la gente "fresa" (pija, para entendernos). Se ve que la educación no es cuestión de dinero. Un beso guapa.
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