lunes, 12 de agosto de 2013

LA CABRA MEXICANA

Estaba yo el otro día dándome una vuelta por la zona cuando escuché en una terraza de una cafetería próxima a un niño practicando con su flauta tremendamente desafinada, con muy mala fortuna.
"Pobres padres", fue lo primero que pensé, porque la criatura era a la música lo que Falete a la dieta de la alcachofa, un fracaso rotundo. Aguantar la murga del crío día y noche, por muy hijo que sea, supera con mucho lo que Dios puede pedir a unos padres.
Y me extrañó que los camarero no le llamaran la atención al asesino del pentagrama o, cuando menos, le metieran un churro por la flauta para que ensayara en sordina.
Cual será mi sorpresa cuando veo que no hay tal infante ni flauta alguna, aquel estridente pitido capaz de taladrar el tímpano de cualquier incauto paseante, aquel chillido salido directamente del Averno procedía de un organillo, sí, tal cual lo han leido, un organillo como éste.
A pesar de su aspecto inofensivo es más peligroso que una metralleta cargada en manos de alguien con un ataque hipo, no os dejéis engañar.

Y es que Los de la cabra, aquellos que recorren infatigables las calles de nuestros pueblos y ciudades (me parece que más antes que ahora) tienen aquí su alter ego en los temibles Organilleros.
Caminan por la ciudad camuflándose en el medio, entre tantos vendedores ambulantes de lejos se les puede confundir con inocentes mercaderes de chucherías.
En otras ocasiones, astutos y ladinos, se disfrazan de amable ancianita, para dar confianza y despistar sobre sus verdaderas intenciones.
O de traje regional, para deshonra y desdoro de su patria y sus compatriotas.
Ahora, cada vez que vea un sombrero mexicano, sufriré de temblores , sudoración fría e incontinencia urinaria.
Pero no hay que dejarse confundir, en un descuido dejan de acechar y atacan, despliegan el atril, colocan el instrumento e inician el ataque despiadado.
Lo lógico sería huir lo más deprisa posible y lo más lejos que se pueda, pero no es tan fácil, el tráfico, el tumulto, la estampida y el aturdimiento producido por la sorpresa impiden reaccionar a tiempo.
Además los daños en los oídos pueden provocar dolor agudo, mareos, vértigo y vómitos que hacen imposible la escapada.
Por si fuera poco se visten con uniforme que, al estar bajo los efectos de un shock, nos hacen creer que es un policía interrogando brutalmente a los presentes y, ante la duda, es mejor no moverse del sitio, no vaya a ser peor.
Aunque la variedad de disfraces es grande, éste suele ser el favorito de estos maleantes.

Fotografía gentileza de Víctor Ovies Arenas
http://www.lifethrualens.victorovies.com/
Cuando uno ya está entregando su vida a Dios y haciendo balance de lo bueno y malo, dado que no hay salida posible al sufrimiento inhumano que está padeciendo, su secuaz, su cómplice, comienza a pasearse entre las víctimas con una sonrisa tenebrosa y una gorra en la mano.
En ese momento se hace la luz y lo ves todo claro ¡ES UN SOBORNO!. Si pagas, si cedes al chantaje podrás volver a ver a tu familia, si no... ¿quién sabe hasta cuando podrás soportar el sonido del organillo infernal?.
Así que te pliegas ante lo inevitable y, en lugar de denunciarlo a las autoridades, al consulado, al tribunal de La Haya, sacas el monedero y compras tu libertad y tu vida por un puñado de monedas.
He oído contar que algunas veces atacan en grupo, como los lobos, pero no conozco a nadie que haya salido indemne de esa experiencia.
Es posible que esta imagen sea un montaje, como los del monstruo del Lago Ness, no hay pruebas palpables de su existencia, pero es mejor estar prevenidos, por si acaso.
Si algún lector decide viajar a México que no olvide meter un par de tapones para los oídos como medida de precaución. Pueden salvar vuestras vidas.


5 comentarios:

  1. Hola Paz, dice al pie de su blog que si alguien se siente molesto por la publicación de alguna foto que se ponga en contacto con usted para retirarla. Bueno, la verdad es que yo, molesto, no estoy. En realidad me hace mucha ilusión que una foto de mía le haya gustado y haya decidido añadirla a su entrada. Lo que si me gustaría es ver mi nombre añadido al pie de la foto de manera que se me acredite como su autor. Más aún, me encantaría que añadiera la dirección de mi galería fotográfica: http://www.lifethrualens.victorovies.com/

    Creo que no es mucho pedir, usted escribe y yo hago fotografías, y entre creadores es bueno apoyarse y darse mutuamente a conocer. Por loo demás, le invito amablemente a que visite mi galería y si alguna vez encuentra en ella alguna imagen que le sirva para sus blogs no dude en incluirla en sus entradas, cuenta de antemano con mi aprobación siempre que no olvide añadir al pie de la misma esta leyenda:

    Fotografía de Víctor Ovies Arenas
    http://www.lifethrualens.victorovies.com/

    Sin otro particular aprovecho para enviarle un saludo muy cordial,

    Víctor Ovies Arenas

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    1. Disculpe, olvidé indicar que mi fotografía es la sexta contando de arriba a abajo.

      Un saludo

      Víctor Ovies

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  2. Encantada, por supuesto de visitar su galería y muy agradecida por dejarme usar su trabajo, excelente, sin duda. Ahora mismo voy a poner su nombre y de paso, presumir de colaborador amable y estupendo. Muchas gracias y un saludo Victor.

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  3. Hola Paz, yo soy mexicana, vivo lejos del centro de México pero a mi los organilleros me encantan! creo que le dan un toque hermoso al centro histórico. Algunos tienen su instrumento muy viejito y por eso suena algo desafinado, pero no deja de ser una máquina maravillosa para mi, parte de la historia de mi México querido.

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    1. Hola Isis, ya sé que no pueden afinarlos como quisieran porque no existen ya las piezas de puro antiguos. No creas, después de escribirlo tuve mi dosis de remordimientos, pero en su día me salió así y así se quedó. Hoy estuve paseando en bicicleta por Reforma hasta el Zócalo y me reafirmo, el DF sería una maravilla si no existieran los coches. Haces bien en estar orgullosa de tu ciudad y sus tradiciones, no es para menos. Por favor, no te lo tomes a mal, quise darle un toque de chiste y tal vez se me fue la mano, como a ustedes con el picante (me chifla el picante, ahí no tengo peros). Un saludo y gracias por pasar por aquí.

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