viernes, 12 de julio de 2013

DISCULPAS Y ACLARACIONES

Esta entrada tenía que haber ido situada la segunda, cuando empecé a contar qué me parece México día a día, pero más vale tarde que nunca, así que allá va.

No quiero que nadie se lleve una impresión equivocada, y menos aún todas aquellas mexicanas, ya sea de nacimiento o de corazón, que fueron tan amables y me ayudaron tanto cuando supieron que me venía a vivir aquí.

La sensación al llegar, a qué negarlo, es de desconcierto. México DF no se parece a una capital europea al uso, lo cual no es bueno ni malo, sólo diferente y son precisamente esas diferencias las que más nos chocan a los que venimos de fuera, y es de lo que hablamos.

Pero no cabe duda que la comida mexicana es estupenda, no descubro nada nuevo, que las raciones son tan abundantes como en Asturias o Galicia, sino más. Eso me hace pensar qué fue primero, el huevo o la gallina ¿se debe al ingente número de emigrantes cantábricos que pasaron por aquí y dejaron su huella, o al revés, fueron los mexicanos quienes nos influenciaron a nosotros?. Quien sabe, el resultado es que te sirven como si comieras en casa de tu abuela mientras estudias en la universidad, háganse una idea.
Y no es un tópico, todo es picante. El otro día le habíamos cogido qué gusto decir coger sin problemas, aquí no se puede y Marido no para de reñirme por eso), repito COGIDO un taco de pollo y queso, supuestamente no picoso, para Hijo y, aún así, se quejó. Ya le expliqué que no le quedaba otra que acostumbrarse, aquí pica hasta la leche materna. Se lo comió sin rechistar y hasta hoy. Inmersión a tope y que corra el tequila.

La gente es amabilísima, hacen todo lo posible porque te sientas a gusto y, como todo el mundo, están orgullosos de su país y quieren que veas todo lo bueno que tiene. Lo intentaré, prometo que trataré de ir a Querétano, a las pirámides, por supuesto, a Cuernavaca y a todos los lugares que pueda.

Dicho esto también debo apuntar que me han asegurado quienes tienen ya experiencia en estos asuntos, que la primera impresión es fuerte y que el periodo de adaptación oscila ente uno y tres meses, y que es como el resfriado, hay que pasarlo a pelo y punto. Cierto es que se puede uno ayudar de remedios paliativos (el mencionado tequila, la cerveza, buena y abundante por estos lares, y todas las combinaciones etílicas que se le ocurran a uno), pero no son si no paños calientes, y teniendo a Hijo de vacaciones no es una opción viable.


Dicho esto sigo con mis asuntos y, por favor, que nadie se moleste. Una es como es pero no tienen mala intención, como mucho, percepciones erróneas y muy subjetivas. El que quiera un documental objetivo que enchufe National Geographic y vea morir cruelmente a manos de los lobos sanguinarios al cervatillo que conoce, con nombres y apellidos, desde hace varios capítulos: O ver como agoniza lenta y dolorosamente la leona Juana tras ser rechazada y atacada por la manada que la vió nacer. 

Yo paso de cruel realidad, con la mía me sobra, gracias.

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