martes, 23 de julio de 2013

LA IMPORTANCIA DEL AHORRO

(Tengo que mandar el ordenador al taller y Marido se llevó el pequeño, así que, como las celebrities, hoy nada de fotos).

Iba a decir "desde que Hijo tiene uso de razón", pero a día de hoy en muchas ocasiones no estoy segura de que lo tenga todavía. Digamos mejor "desde que alcanzó autonomía motriz" (y eso ocurrió muy, muy pronto) una de sus mayores preocupaciones era comprobar si quedaban monedas abandonadas en las cajeros de los aparcamientos, en los parkímetros de la ORA, en las máquinas expendedoras (hasta 60 céntimos de una sola vez se encontró en una ocasión) y en las cabinas telefónicas (cuestión cada vez más dificultosa porque casi nadie las utiliza).

De hecho Alfonso, el hijo de unos amigos, amigos me preguntó un día qué eran y cómo se usaban. Él debía andar por los 6 años y no entendía que, habiendo móvil o pudiendo llamar al portero automático, alguien tuviera la ocurrencia de gastar monedas en ese artefacto, teniendo tan cerca un quiosco de chucherías, lugar infinitamente más adecuado para dejarse la paga semanal con despreocupada alegría y total inconsciencia dental o estomacal.

Cuando alguien le regala a Hijo un billete por su cumple o el ratoncito le deja una moneda, es feliz porque, como me dijo hace poco al recibir un flamante billete por su onomástica "Me gustan los euros".
No es tacaño, la verdad, no tiene empacho en gastarse su dinero si le ve sentido a la compra: juguetes sí, por supuesto, aunque sean los que venden en las ferias que duran aún menos que los de los chinos, por increíble que parezca. O en chucherías absurdas que ni siquiera a él le gustan. O en el cine, palomitas y refresco incluido porque si no es así no es ir al cine.
Y, si es posible, en 3D, que una de las últimas veces que fuimos a ver una película se puso las gafas al subir al coche y sólo se las quitó cuando, después de esperar un rato en la cola, descubrimos que la sesión era en 2D, que la otra, la buena, ya había sido. Prefirió irse a casa y dejarlo para otro día, las dos dimensiones son para él lo mismo que para mí ver una película muda y en blanco y negro.
Vamos, que gasta con mesura su dinero e invita cuando compra algo.

Pero cuando toca ahorrar, toca ahorrar. El año pasado su profesor les dijo que estábamos en crisis e Hijo, muerto de risa ante el despiste de su tutor, me decía "Si no estamos en Crisis, estamos en Gijón". 
Al final ha debido convencerse que no está el horno para bollos y no quiere despilfarros en casa.
El domingo su padre le ofreció un premio si comía él solito todo lo que le habían traido, sin que yo lo ayudase, y muy convencido nos soltó su teoría macroeconómica. "Papá, si me porto muy bien me das un premio, y no vas a estar gastando dinero en premios todos los días. Mejor me lo da mamá y no tienes que comprarme nada".
Impecable razonamiento, es más, creo que he dado con el quid de la política española. Si lo hiciesen muy bien podríamos pensar que se merecen una retribución extra, como una propina, para entendernos, y como no están los tiempos para gastar más de lo necesario, haciéndolo mal nos ahorramos un dinerillo. Igual va a ser eso. 

(Oyyyesss, y qué rápido se hace una entrada cuando no hay que andar con lo de las imágenes, menos lucido, eso sí, pero express total, como las ollas)   
 
 

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