miércoles, 10 de julio de 2013

EL PRIMER DOMINGO

Cuando pensé en abrir este blog tenía la intención de llevar una especie de diario contando lo que ocurría cada día, siempre que fuera algo digno de mención. Sospecho que hablar de las veces que saco al perro a pasear no es demasiado interesante.
No obstante mi inevitable inclinación a divagar me está llevando por otros caminos.
Para satisfacer la curiosidad de los que quieren saber cómo es mi vida aquí voy a intentar contar de vez en cuando algo coherente.

Aterrizamos aquí el sábado a media tarde y, aunque parezca increíble, no soy capaz de recordar qué hicimos al llegar. Creo que sacar a dar un paseo a Tor, nuestro perro, que se lo merecía después de un paseo de unas 13 horas metido en un trasportín tamaño XXXXL. Lo compré por Internet y tenía tanto miedo que fuese pequeño, ya que pedían que el perro pudiera estar sentado dentro, que se me fue la mano. Ya estoy divagando otra vez, lo siento.
Después de eso me parece que descongelamos algo de pizza que había en la nevera y se la comió casi toda Hijo, que era el que menos comió durante el vuelo (ahí les gané a todos, como no dormí....).

El domingo por la mañana nos fuimos al Parque de Chapultepec, una inmensa mancha verde en medio de la ciudad, en concreto fuimos a visitar el zoológico que se encuentra dentro. Como las fotos que tengo son todas de Hijo delante de animalitos, os dejo este enlace para ampliar información.
 


Es gratuito todos los días y tienen una especie de huchas pintadas como animales del zoo para recoger donativos. Hay muchas especies distintas y lo que más me chocó fue encontrarme con pingüinos, leones marinos y un oso polar (no lo pudimos ver, tal vez sea cierto, tal vez no...) que no estaban, como en otros zoológicos que visitamos, en un entorno cerrado, una especie de "nevera" adecuda a su temperatura. Allí estaban al aire libre, imagino que enfriarán el agua, pero no me consta. Calor hace, lo aseguro.
Me ha comentado, pero no sé si es cierto, que algunas asociaciones ecologistas se han quejado porque el zoo está subvencionado y cada vez que se adquiere un animal nuevo, aunque sea para sustituir a uno que ha muerto, les dan una cantidad de dinero lo bastante interesante como para que el nivel de mortandad sea elevado. Esto es un rumor, no me consta, pero yo lo cuento por si alguien quiere investigar.

Dentro del zoo hay un aviario, una especie de jaula gigante cerrada con una red muy discreta, donde puedes pasear entre pájaros de todo tipo. Mi favorito un pelícano sentado en la entrada gritándole a todo el mundo. No me extraña, yo haría lo mismo. A Hijo, desde que lo atacó un pájaro en el parque hace unos meses, lo de las aves no lo mata de emoción precisamente, así que lo pasamos ligeritos. Ni que decir tienen que no son los únicos pájaros del zoo, hay buitres y águilas de varios tipos e infinidad de loros, guacamayos y demás familia (no estoy muy versada en este tema, lo siento).

También entramos en el Herpario, muy interesante la tremenda cantidad de serpientes de cascabel autóctonas que hay. Nos encontramos con viejas conocidas, como una serpiente de color esmeralda que ya habíamos visto en Cabárceno y una pitón amarilla cuya prima rodeó el cuello de Marido e Hijo hace un par de años en las proximidades de Luarca.

Tienen una Mariposario e Insectario que promete, puesto que puedes entrar dentro (como en Santillana del Mar) y verlar volar a tu alrededor. En cuanto a los insectos, te dejan sujetar en la mano una tarántula, un escorpión o no sé qué otro bicho. Pero Hijo estaba ya cocido y agotado y yo, la verdad, la tarántula mejor lejos, me quedo de largo con el escorpión, donde va a parar. Así que dejamos esto para otra visita.

Al salir me apeteció probar una bolsa de patatitas de uno de los muchísimos puestos que hay a lo largo de las calles que rodean Chapultepec. Les echan un chorro de zumo de limón y una salsa roja que, estoy casi segura, pica. Yo las tomé sólo con el limón e Hijo sin nada. Es todo un invento que recomiendo probar, aunque debo decir, y desde aquí elevo mi más enérgica protesta como consumidora habitual de estos productos, que las Sabritas (Matutano en México) son infinitamente más ricas que su homólogo español.

Después de eso tocó una visita al lago, donde alquilan barcas de remos o de pedales para darte un garbeo (a duras penas podíamos movernos y estaba hasta arriba de gente, para otra vez también) y hubo parada obligatoria en la tirolesa (tirolina para los españoles). De esto tengo pruebas.



  
Después de tanta actividad no quedó más remedio que ir a comer ceviche (los adultos) y tacos de pulpo, camarones y calamares con verduritas (Hijo).

La última parte consistió en enseñarme los supermercados de la zona, ya que aquí abren los domingos sin problemas, pero esto merece un capítulo aparte.

Continuará.... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario