miércoles, 17 de julio de 2013

¡VÁYASE SEÑORA GONZÁLEZ!

Esta mañana castigué a Hijo, y a Dios y al perro pongo por testigos que fue un castigo justo. He dormido razonablemente bien, tuve sueños agradables, no estoy premenstrual y hace un día primaveral. No tengo motivo alguno para dejarme llevar por la histeria materna y reñir a diestro y siniestro sin razón APARENTE.
Y digo aparente, porque si rascas un poquito con la uña, como para ver si te ha tocado una Coca Loca gratis en el vaso de bebida, encuentras motivos mil para ponerte como Agustina de Aragón en sus mejores momentos cualquier día que elija el distinguido público.
Pero hoy no, hoy mi labor punitiva estaba plenamente justificada. No voy a contar qué hizo porque no soy ninguna chivata y porque no quiero que se entere la casera. Además la pintura es lavable y la raya de boli se quitó nada más pasar un paño húmedo, así que ¿para qué hurgar en la herida?.
La sentencia no pudo ser más benévola para él: retirada inmediata de la TV durante todo el día (a mí es matarme, pero tiene truco, porque lo tengo en el ordenador con juegos educativos, o eso espero, y después iremos al parque). Además quedó confinado en la soledad de sus aposentos durante 10 terribles minutos.
No había cumplido más de la mitad de su condena cuando me llega vía aérea (dado que él no podía abandonar la celda) un librito y una voz me dice "Mira lo que pone en la primera página "MAMÁ BETE AORA/BETE AORA".
Mi reacción fue la lógica en esa situación y lo llamé  henchida de orgullo porque Hijo ya sabe escribir solito y contar lo que siente, aunque sea embistiendo a cañonazo limpio contra la Real Academia de la Lengua.
Le corregí sus imperceptibles errores gramaticales, le hice volver a escribirlo bien, y él me explicó que su intención era que preparase mis maletas y, en cuanto llegase Marido del trabajo, me acompañarían al aeropuerto para que regresase a España lo antes posible. Todo un detalle, podía haberme invitado a abandonar la casa de inmediato y darme, como mucho, dinero para un taxi.
Hijo me quiere, está claro, lo demuestra cada día con gestos como éste.

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